“El insulto se lo lanzó a un abogado al que estaba investigando”, ha aclarado Posada Tamayo, “El hombre lo llamó por teléfono y le dijo: ‘A mí me han escrito de la prisión de Coleman, usted debe saber quién está ahí’. Con la otra mano, Coronell buscó en Google quién estaba recluido allí y la respuesta lo tranquilizó porque se trataba de la mentira con que más lo han atacado. ‘Diga y publique lo que quiera’, le respondió”.
Queda probado en esta entrevista que publica Semana, la expresión que utilizo Coronell en un contexto muy concreto, distinto al diálogo que sostuvo con Posada Tamayo, no es muy difícil imaginar lo que se le puede decir a cualquiera porque es los muy pocos periodistas en el país que se enfrenta de manera abierta a los poderosos.
Posada Tamayo abunda en detalles de las circunstancias que rodean dicha afirmación de Coronell, aunque curiosamente, y con base en declaraciones las cuales se le entregó en la entrevista el también vicepresidente de noticias de Univision y otros allegados. consiguen construir un perfil periodista con varios detalles aunque hasta ahora muy poco conocidos.
“El instructor me dijo que no necesitaba instrucción”, le dijo Coronell al entrevistador. “Al irse del país, la pistola se quedó guardada en una caja fuerte, pero le preocupaba tanto pensar que pudiera desaparecer que la regresó a Indumil y conserva todavía el certificado de recibo”, agrega Posada Tamayo.
Martínez también le comento a Posada Tamayo que Coronell » sufre de buena memoria. Se acuerda de almuerzos de hace más de 25 de años, de quiénes estaban, qué hablaron y hasta qué pidieron. Recuerda con exactitud asombrosa números telefónicos de cuando los teléfonos eran de disco, además de aniversarios, cumpleaños, puestos de políticos, organigramas de carteles, reportajes, noticias, viajes, lugares”.
Isaac Lee le comento a el señor Tamayo otros varios datos que era muy poco conocidos por Coronell: “Es muy descoordinado. Unas por otras. Negado para todos los deportes”, y su mayor debilidad es ser “adicto a una mantequilla de maní que se llama Skippy. Dígale Skippy y me cuenta”.
Y esto agrego el entrevistador: “Ese Coronell que pocos conocen es, además, un supersticioso irremediable. Nadie se imagina que un hombre tan metódico y racional, capaz de guardar una prueba para una columna durante tres años y de usar hasta cuarenta fuentes para escribir una página, evite pasar debajo de una escalera”.
FUENTES CONSULTADAS: SEMANA-SOHO
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